Estilos de productividad laboral y por qué es importante que los conozcas
Autogestionar nuestras actividades y/o gestionar el trabajo de otros cuando tenemos un equipo a nuestro cargo es mucho más sencillo cuando podemos detectar cuál es el perfil de productividad de cada quien y ofrecerle las condiciones y el entorno en que puede ser más eficiente.
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Todos tenemos un estilo diferente para vestirnos, para comunicarnos, para aprender, para relacionarnos y, aunque no lo creas, también existen diferentes estilos de productividad.
No es que unos sean mejores o peores que otros, sencillamente a algunas personas les vienen mejor ciertas formas de acomodar el trabajo y las hacen sentirse más cómodas determinados entornos laborales.
Cuando conoces tu estilo personal de productividad, es mucho más sencillo que te apegues a él para que el trabajo se convierta en una experiencia más amena, significativa y, sobre todo ¡eficiente! Así que hoy te explicaremos cuáles son los cuatro principales perfiles en esta categoría, pero antes:
¿Qué es exactamente un estilo de productividad?
Los estilos de productividad son perfiles desarrollados por la coach de éxito laboral Carson Tate y que explican la manera particular en que cada cerebro está configurado para procesar información, resolver problemas y desarrollar tareas complejas. Se trata de tendencias innatas de motivación y energía que florecen de manera natural en el entorno y con los detonadores adecuados.
En lugar de buscar un enfoque general que determinara la mejor manera de aumentar la productividad en todas las personas, se dio cuenta de que cada individuo consigue mejores resultados en la medida en que sus actividades se apeguen al estilo que le es propio.
Aferrarnos a fórmulas de productividad estandarizadas en realidad solo nos hace menos productivos, porque algunas personas se sienten con más enfoque por las mañanas, y otras por las tardes. A unas les funciona mejor ser muy metódicas y llevar la misma rutina todos los días, y otras se benefician de integrar cambios frecuentes en sus horarios y actividades.
Además, así como hay quienes prefieren concentrarse por dos horas o más en la misma tarea sin distracciones, hay otros individuos que pueden saltar de una tarea a otra cada media hora, y eso los mantiene más alerta y motivados.
Luego de años de investigación y entrevistas, Tate descubrió que sus clientes normalmente caían en uno de cuatro perfiles principales de productividad:
1.- El priorizador
Generalmente es un trabajador altamente eficiente que toma decisiones con facilidad ya que le resulta sencillo identificar qué es lo que más importa en el momento. Por ello, también tiene una gran capacidad de concentración que le permite trabajar rápido y realizar grandes cantidades de trabajo en relativamente poco tiempo.
El priorizador se siente cómodo entre indicadores que pueden medirse a detalle y mejorarse constantemente, pero puede perder la paciencia y el enfoque fácilmente frente a temas que son más cualitativos que cuantitativos, situaciones ambiguas o retos que tienen más que ver con la intuición y la creatividad que con la lógica.
Sus principales características se relacionan con ser analítico, orientarse por los hechos y no por las suposiciones, tener una lógica impecable, ser realista y muy eficiente. Además, son muy objetivos dando y recibiendo feedback.
En la otra mano, le cuesta “pensar fuera de la caja”, suele percibir el cambio como amenaza y no como oportunidad, y es demasiado competitivo en el trabajo en equipo.
2.- El planeador
Es un fanático de los cronogramas, las listas, las agendas y las apps que lo puedan ayudar a planear mejor su día y a tener un mejor panorama de todo lo que tiene que hacer. Por sus capacidades de organizar grandes cantidades de información y tareas, suelen ser excelentes project managers y no se pierden un detalle del flujo de trabajo ni un deadline.
A los planeadores les resulta fácil adaptarse a las reglas siempre y cuando no les impidan alcanzar mayor eficiencia en la planeación, pero puede resultarles difícil adaptarse a cambios en el plan y en ocasiones pueden perder tiempo planeando a detalle cosas que realmente no son tan importantes.
Sus principales características son el orden, la atención a los detalles, la puntualidad y la capacidad de comprender cómo el trabajo de una persona o equipo impacta positiva o negativamente en el resto de la organización. Su principal punto débil es que puede llegar a darle más importancia al proceso que al resultado.
3.- El conciliador
Es una persona que se dirige más por las emociones que por la lógica, tiene una gran capacidad para expresarse y entender a los demás, fluye maravillosamente trabajando en equipo y le es muy fácil comprender las prioridades de los otros. Su intuición le permite ser persuasivo y convencer rápidamente.
A los planeadores les es fácil ser eficientes en climas laborales relajados y que no constriñen la espontaneidad, porque si se sienten cómodos anímicamente pueden concentrarse mejor. Sin embargo, también corren más riesgo de perder el enfoque, principalmente si se atraviesa alguna actividad social medianamente interesante.
4.- El visionario
Al visionario le cuesta mucho adaptarse a estilos de trabajo rígidos y estandarizados porque su productividad se basa precisamente en descubrir todo el tiempo maneras diferentes y mejores de hacer las cosas, que se adapten mejor a objetivos globales y no estrictamente individuales.
El punto fuerte de los visionarios es que generalmente desarrollan procesos más eficientes que pueden ser replicados por otros empleados, el punto débil es que a veces invierten mucha energía en estrategias que al final no dan los resultados esperados.
Tienen la característica de ser de mente muy abierta, ambiciosos, innovadores y capaces de resolver problemas de maneras muy originales. Se desenvuelven mejor en entornos de cambio y de reto, sin embargo, se trata de colaboradores que deben tener mucho cuidado con la información distractora que no tenga nada que ver con lo que están haciendo, porque les es fácil dejarse llevar por ella y perder la concentración.
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2.- Por qué la voluntad y la organización no tienen nada que ver
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4.- Cómo hacer multitasking sin que las tareas interfieran unas con otras
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